Aasha, una tigresa de Bengala, tenía apenas 9 meses, pero pesaba alrededor de 14 kilos, un tamaño más apropiado para una cría de 3 meses.

“Las calvas de Aasha cubrían casi todo su cuerpo y su piel estaba seca [con] áreas oscuras y agrietadas y sangrando”, dijo Keahey. También tenía heridas abiertas, que Keahey asumió que eran pequeñas marcas del tigre más grande con el que vivía. Una visita al veterinario confirmó la tiña de Aasha y la llevaron a un recinto aislado en In-Sync Exotics.

“Cuando terminaron los tratamientos, a Aasha le encantaba el agua, así que puse una pequeña bañera en [su recinto] para que pudiera bañarse”, dijo.

Bajo el cuidado de Keahey, Aasha comenzó a crecer en tamaño y, aunque Keahey no podía sentarse en el recinto de Aasha con ella ahora que era más grande y saludable, todavía le encantaba interactuar con la tigresa a través de juegos como darle a Aasha un buen remojo con una manguera.

“En ocho meses parecía un tigre de verdad y era hora de ver cómo se comportaría ante otros tigres”, dijo Keahey.

“La cargamos y la pusimos justo al lado de Smuggler. Él se volvía loco por ella y siempre estaba presumiendo ante ella”, dijo.

A pesar de que Smuggler era tres veces el tamaño de Aasha, Keahey sintió que había una atracción entre los dos…

…y creyeron que Aasha sería capaz de manejarse con el tigre macho, por lo que los dos se sometieron a un proceso de citas.

Se conocieron mejor a través de citas de juego supervisadas, hasta que estuvieron listos para mudarse juntos al mismo recinto.

“Eso fue hace unos cuatro años”, dijo Keahey.

“Aasha todavía tiene aproximadamente la mitad del tamaño de Smuggler, pero él sabe cuándo mantenerse alejado de ella”, continuó.

Aasha ha crecido desde un cachorro de tigre enfermizo, un signo de maltrato y rechazo, hasta un tigre adulto juguetón y seguro de sí mismo que ama lo único de lo que más se burlaba…

…el agua.

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Aasha con la lengua afuera | In-Sync Exotics